martes, 25 de marzo de 2014

Mensaje del Maestro Eduardo Di Mauro por el Día Mundial del Títere 2014

Eduardo Di Mauro es cordobés pero reside en Venezuela desde 1976. Se exilió tras el comienzo de la dictadura argentina y desarrolló allá el maravilloso mundo del teatro de títeres.


En el año 1952 abandonó la Universidad y se convirtió en “titiritero con dedicación exclusiva”. 

“La cultura, para el artista, es un servicio. Para el gobierno es una obligación. Y para el pueblo es un derecho”.

Este año el Maestro nos brinda el mensaje por el Día Mundial del Títere 2014

"El títere deviene sí, de la forma primigenia y original del arte: el juego, no del objeto sagrado, como suele sugerirse. Nace con el juego desinteresado, espontáneo y transparente, el cual naturalmente se complejiza adoptando múltiples formas y contenidos.
El títere, debido a su naturaleza transgresora, fue temido y perseguido por reyes, emperadores, emires, zares o cualquier otra forma abusiva de poder, pues pareciera que ese personajillo de trapo y madera, amable y picaresco es portador también de un agudo talento para la condena y la crítica, usando el sarcasmo, la ironía y el humor, con ingenio, ritmo y mordacidad.
Tal vez la edad que mayormente se identifica en temperamento con este milenario arte popular sea la adolescencia, pues claro, los jóvenes son portadores de esa misma energía impregnada de cierta irresponsabilidad apasionada y señalan directamente con el índice lo que consideran, lo que juzgan, lo que culpan y quizá por eso mismo, sea la juventud el blanco predilecto de las campañas mediáticas universales que banalizan lo esencial y hacen apología de los anti-valores.
Desde hace décadas, nuestro teatro de títeres ha dedicado buena parte de su esfuerzo a los adolescentes, mostrándoles una temática de su interés y estimulándolos a utilizar los muñecos para expresar todo aquello que los afecta y los conmueve. Surgen desde sus voces, temas tabúes como la violencia, las mafias, el alcoholismo, la corrupción, el embarazo precoz, la soledad y muchos otros, que ellos abordan con candidez e irreverencia.


Pueden y deben los titiriteros, elevar su mundo creador con la lectura, el estudio, la investigación y la experimentación de formas buscando la belleza y la armonía en su narración escénica, pero no deben olvidar nunca que su relación con el teatro de títeres incluye básicamente el compromiso.
Y al hablar de compromiso, palabra amplia y de diversas acepciones, me refiero a la responsabilidad de entender cual es nuestro lugar en el mundo y cual es nuestra posición frente a los múltiples casos del abuso de poder en la sociedad actual ¿cuáles son los reyes de hoy? ¿Los emires, los jeques? Hoy no suelen estar sentados en un ostentoso trono labrado de fina pedrería y laboriosa talla. Hoy suelen estar donde nadie los ve con claridad y poseen medios de comunicación que cada día los santifica o los esconde según quieran. Ese rey de mil cabezas es el neo-liberalismo corruptor y salvaje, ese zar son las grandes corporaciones multinacionales, que en aras de ampliar ganancias y poder, no dudan en destruir al planeta, en destruir la vida.
Vayan entonces los titiriteros de los cinco continentes a dar la cara frente a la crueldad, la desigualdad y la injusticia, vayan con la variedad infinita de técnicas y estéticas buscando su personalidad expresiva, pero también con el verbo encendido a denunciar, a mostrar señalando con el dedo admonitorio, como lo hacen los jóvenes, lo que consideran desvirtúa el verdadero desarrollo hacia un mundo más humano, un mundo mejor".


Eduardo Di Mauro

viernes, 21 de marzo de 2014

Día Mundial del Títere 2014.

Los titiriteros en México y el mundo estamos de fiesta…



El titiritero de hoy, descendiente en línea directa de personajes grotescos, multiformes, pícaros y lujuriosos, como Petrushka, en Rusia; Don Cristóbal, en España; Kasper, en Alemania; Hanswurst, en Austria; Punch & Judy, en Inglaterra; Guignol, en Francia; Don Folías, en México; es universalmente reconocido.

A lo largo de la historia, el titiritero ha sido fiel intérprete de la voz del pueblo, a pesar de todas las excomuniones, las amenazas y las proscripciones que han lanzado contra él los oradores públicos desde los púlpitos, las tribunas o los “honorables” Ayuntamientos. Pero también se deben reconocer sus méritos.

El titiritero de hoy es, sobre todo, un personaje sensible; su ingenio rápido y espontáneo lo saca siempre airoso de las situaciones más apuradas. Defiende a los pobres y a los parias, y ha sido muchas veces el portaestandarte y el refugio de las reivindicaciones populares; es amigo fiel de la botella y el diablo… es un artista con el corazón de hombre libre. Su espíritu reivindicativo contra las tiranías, las desigualdades y las injusticias sociales, le han dado esa trascendencia universal de la que hoy goza.

Ya sean “burdos o refinados”, los espectáculos que actualmente presentan los titiriteros, no dejan de cautivar a su público, particularmente las niñas y niños que viven las historias de una manera muy intensa y especial; también públicos selectos en señaladas ocasiones, con producciones sofisticadas y de grandes recursos tecnológicos; pero, sobre todo, a ese público placero, público sencillo que ríe y goza de “los duros vocablos con que suele estar condimentado a menudo el delicioso lenguaje de los muñecos…” (Federico García Lorca)

Los titiriteros de hoy logran -como dice Michael Meschke- “vencer el desafío de expresar en un rostro petrificado todo lo que su papel les exige, es decir, consiguen manifestar los sentimientos humanos primordiales e incluso se atreven con nuestras más hondas emociones en espectáculos de lograda expresividad”.

En México la tradición de títeres es muy antigua, prehispánica, y está muy arraigada; se ha multiplicado en una numerosa familia de diminutos personajes en la que no falta la abuela, el soldado de rojo kepí, el negrito poeta (tan nuestro), la mujercita y el burgués, entre muchos más. Todos, en fin, personajes que han hecho pasar horas de entretenimiento a muchas generaciones. Personajes de un teatro de figuras que más que hacer, más que crear, todos hemos reintentado y llevamos hacia una verdadera y definitiva finalidad: las reivindicaciones populares.


Han pasado años de éxitos, de importantes logros en donde se han fundado grupos desde los cuales se representan novedosos espectáculos.

Y aquí estamos, los titiriteros mexicanos, para continuar con una gran tradición y para colocar, como lo hicieran nuestros maestros, el teatro de muñecos animados en los terrenos del arte, rompiendo lanzas contra la incomprensión, la indolencia, la apatía, la indiferencia; y lucharemos hasta el final para que el Teatro Mexicano de Títeres sea colocado en su justa dimensión, como lo que es, un Arte, dicho así, sin más y con todas sus letras: El Arte de los Títeres. Enhorabuena.

En Mérida, la de Yucatán, 21 de Marzo, 2014